Biblioteca Popular José A. Guisasola





Corría el año 1624, las costas del Virreynato del Perú estaban asoladas por piratas atraídos por el oro americano. Piratas ingleses y holandeses robaban barcos mercantes y atacaban puertos y poblaciones costeras. Pero no eran los únicos que navegaban por allí.

−El barco fantasma nos encontró, ¡vengan! −gritó Francisco en la cubierta del León Negro.

Con apenas dieciséis años y sin permiso de sus padres se había unido a la tripulación del capitán Jacobo Clerk. No sabía mucho de navegación así que sus tareas consistían en limpiar la cubierta y revisar el estado de velas y aparejos.


El día llegaba a su fin y los marineros, comiendo, inundaban el aire de cantos, gritos y vozarrones. En medio de tanta algarabía ninguno escuchó su vocecita asustada y cuando volvió a mirar no había rastros del extraño barco.

Francisco tenía el estómago cerrado desde hacía tres días cuando bajaron en la isla San Lorenzo por agua dulce y provisiones.

Una anciana del caserío que desvalijaron les había gritado:

−¡El Barco Fantasma los va a encontrar! ¡Él nos devolverá lo que se roban!

No podía olvidar esas palabras. La idea de un barco fantasma lo aterraba y desde entonces no comía ni dormía. Para colmo, Many, el pirata más viejo del León Negro que lo quería como a un hijo, le había contado la historia, susurrando para que nadie más escuchara:

−El Barco Fantasma es real, lo vi cuando vine hace cuarenta años con el capitán Drake. Se llevó a cuatro de los nuestros, incluido el contramaestre. Eso es lo que hace el capitán Espectro; busca marineros de barcos piratas y los convierte en fantasmas para su tripulación.


La noche llegó con una oscuridad fuera de lo común, sin estrellas, y la luna, que en un momento brillaba, se cubrió de nubes. El mar estaba más silencioso que nunca y en pocos minutos una niebla intensa cubrió todo. Francisco sintió un frío raro que le congeló el aliento.

−No se ve nada, enciendan los faroles de popa y proa −gritó Jack, el timonel.

Con la luz, lo primero que vio lo asustó tanto que no pudo moverse. Un enorme galeón con velas rotas y lleno de agujeros navegaba junto al León Negro y lo golpeaba como si quisiera cambiarle el rumbo. Oyó a Jack pedir ayuda y después gritos que venían del timón, del vigía y los camarotes. Entre la niebla pudo distinguir sombras que recorrían el barco. Todo le parecía una pesadilla. El capitán Clarke ordenaba atar el timón y pelear.


Una mano fría lo agarró y lo arrastró dentro del bote salvavidas.

−El capitán Espectro está cazando de nuevo −dijo Many, que lo había escondido para salvarlo.

Rápidamente entre los dos soltaron el bote y remaron con todas sus fuerzas. Al tiempo que se alejaban, vieron que el Barco Fantasma dirigía el León Negro contra las rocas de la isla San Lorenzo. Irremediablemente ante los ojos aterrorizados de ambos marinos se estrellaba estallando en mil pedazos.

−Ese fue el fin del gran capitán Clerk −dijo Many.

Mientras remaban hacia el puerto de Callao, Francisco inmediatamente recordó las palabras de la anciana de la isla y un nuevo escalofrío recorrió su cuerpo:

−¡El Barco Fantasma los encontrará! ¡Él nos devolverá lo que se roban!

Cuenta la leyenda que el capitán Espectro aún sigue navegando los mares del Pacífico sur y que castiga a los piratas y contrabandistas que roban los poblados costeros.


FIN





Visto y leído en:
Mi Mochila Digital - 6 Área Prácticas del Lenguaje - Proyecto 6: El cuento fantástico - ©EDIBA S.R.L
http://mimochiladigital.com.ar/todos-juntos/pdf/6-Lenguaje/Pro6.pdf
RECURSOS PROYECTO 6
http://www.mimochiladigital.com.ar/areas-lenguaje/contenido.php?ix_t=2&ix_a=0


“La lectura abre las puertas del mundo que te atreves a imaginar"

"Argentina crece leyendo"


Créditos: Garabatos sin © (Adaptación de Plantillas Blogger) Ilustraciones: ©Alex DG ©Sofía Escamilla Sevilla©Ada Alkar

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