Biblioteca Popular José A. Guisasola




¿A quién no lo ha atacado el bichito del mal genio? Es algo tan común que casi nadie se pregunta por qué sucede. Uno de los casos más famosos es el del caballero Don Filemón de Almorrama. Se dice de él que era un hombre cortés y correcto, de temperamento agradable, sonriente y simpático.

Ser generoso y honesto eran sus cualidades sobresalientes.

Siempre que había un conflicto lo llamaban y él intervenía como buen caballero andante, con justicia, ayudando al débil, al pobre y al desesperado. Pero un buen día, de repente, cambió; se comenta que a causa del bichito del mal genio.

Los cronistas que narran esta historia están de acuerdo en algo: Don Filemón intentaba dormir cuando el bichito del mal genio lo atacó.

Los especialistas que lo han estudiado lo describen como un insecto, más grande que una mosca, pero más chico que una abeja. No están de acuerdo si tiene dos pares de alas como las libélulas o un solo par como las vaquitas de San Antonio. En lo que sí coinciden es en que entra por la nariz o las orejas y una vez allí suelta el veneno del mal genio.

Y ese día Don Filemón sintió un zumbido en la oreja, se sentó en la cama con el ceño fruncido y se levantó envenenado.

Ya en el desayuno causó estragos. Su cocinero y su mayordomo que esperaban ver el buen humor de siempre se llevaron la sorpresa de sus vidas.

Ese día no hubo saludos amables, solo gruñidos. Al servirle no dio las gracias como siempre, sino que bufó y dijo:

–El pan está rancio, el café tiene olor a pata de oso y el dulce parece pasta de gusanos.

Sus empleados quedaron boquiabiertos y, como ya no podían abrir más la boca, entonces se quedaron atónitos y turulatos cuando Don Filemón desparramó por el piso todo lo que había en la mesa, se paró de un salto, se calzó armas y armadura, y se fue diciendo palabrotas por lo bajo agitando su colorida lanza. Esto fue solo el principio; pateando la puerta salió al patio a los gritos y armó un revuelo bárbaro.

–Ensillen mi caballo, afilen mi espada, lustren mis botas, –dijo con mal humor.

Todos iban de acá para allá cumpliendo las órdenes de Don Filemón. Enseguida la noticia pasó de boca en boca y el mal humor del caballero fue conocido por todos, de manera que nadie quería cruzárselo. Si él iba para un lado, todos los demás iban para el otro; si estaba por llegar a un pueblo, hacían sonar las campanas de la iglesia y todo el mundo se metía en su casa trabando puertas y ventanas.

Pasaban los días y el mal genio no se le iba, por eso estaba más y más solo.

Por si fuera poco, gracias a su creciente mal humor, decidía equivocadamente cuando intervenía en un problema.

Ya no lo conseguía hacer con justicia, ayudando al débil, al pobre y al desesperado. La gente empezaba a hablar mal de él y él trataba mal a la gente, incluso a su caballo.

Fue justamente su fiel doncel que lo puso en su lugar.

Cansado del nuevo Don Filemón, se lo sacó de encima corcoveando y el caballero fue a dar de cara contra las piedras. Ese golpe fue el último que necesitó; con el sacudón, el bichito del mal genio se escapó por donde había entrado y se fue a buscar otro lugar donde quedarse.

Con la cabeza libre del malvado insecto, Don Filemón de Almorrama comprendió el mal que había hecho. Tanto se decepcionó de su propia conducta que guardó las armas bajo llave en un arcón y decidió dejar la caballería. Eso sí, recuperó su carácter habitual y la gente empezó a quererlo nuevamente y a respetarlo como antes.


FIN



Visto y leído en:
Mi Mochila Digital - 5 Área Prácticas del Lenguaje - Proyecto 6: La poesía - © EDIBA S.R.L
http://mimochiladigital.com.ar/todos-juntos/pdf/5-Lenguaje/Pro6.pdf
RECURSOS PROYECTO 6
http://mimochiladigital.com.ar/areas-lenguaje/contenido.php?ix_t=1&ix_a=0


“La lectura abre las puertas del mundo que te atreves a imaginar"

"Argentina crece leyendo"


Créditos: Garabatos sin © (Adaptación de Plantillas Blogger) Ilustraciones: ©Alex DG ©Sofía Escamilla Sevilla©Ada Alkar

“Por una biblioteca popular más inclusiva, solidaria y comprometida con la sociedad”
Ir Arriba